No todos los alimentos que son sabrosos son buenos para uno, y no todos los alimentos que son buenos para uno son sabrosos. Pero entre las cosas muy importantes que son buenas para uno y sabrosas debe colocarse el plátano o banano verdaderamente maduro. Cuando Disraeli, el primer ministro de la Gran Bretaña, en un viaje al Cairo, Egipto, en 1831, probó por primera vez un plátano, exclamó: “¡Lo más delicioso del mundo!” Aunque eso tal vez sea asunto de opinión, sin duda la mayoría de las personas concuerda en que los plátanos son deliciosos.
El plátano o banano no crece en un árbol, pues la planta del plátano no tiene tronco ni ramas. En realidad, es una hierba, cuyo tallo principal se compone de vainas. Crece hasta una altura de tres a siete metros y medio y necesita de doce a quince meses para producir su fruto. Una vez que produce un tallo de plátanos, se corta la planta, ya que una planta nunca produce más de un tallo... algo que es mucho más característico de una hierba que de un árbol.
Muchos, realmente, son los valores del plátano. Verdaderamente deliciosos en sí, se pueden usar para hacer atractivos batidos de leche, “banana splits,” pasteles de plátano con crema y ensaladas de fruta. Cada vez se usa más el polvo de plátano, que puede ser digerido fácilmente por los pocos que no pueden tolerar los plátanos crudos verdaderamente maduros. Y hay a quienes les gusta freír u hornear plátanos.
Entre las muchas ventajas de los plátanos está el que se pueden conseguir durante todo el año. No necesitan preparación alguna y están sellados naturalmente, lo que los conserva prácticamente libres de bacterias y polvo. (¡No hay necesidad de preocuparse en cuanto a los aerosoles o si un plátano ha sido lavado o no antes de que usted se lo coma!) Cuando está completamente maduro —cuando tiene manchas de color café— es fácilmente digerible, por lo menos para la mayoría de la gente, y produce mucha energía.
Los plátanos tienen menos humedad que casi cualquier otra fruta fresca... aproximadamente 75 por ciento. Y también tienen más azúcar que la mayor parte de las otras frutas frescas... aproximadamente 20 por ciento. Por lo tanto pueden ocupar el lugar de alimentos más sustanciosos y no solo servir de postre. Los que quieran bajar de peso o necesiten vigilar su peso bien podrían tratar de comer unos cuantos plátanos y beber un vaso de leche en vez de una comida regular. Especialmente esas personas harían bien en dejar que los plátanos ocuparan el lugar de los postres o los piscolabis entre las comidas o los bocados ya muy de noche.
Los plátanos son ricos en vitaminas A, B y C. De hecho, según algunas autoridades, tienen tanta vitamina C que para los niñitos a menudo los plátanos pueden ser una fuente principal de esta vitamina. En cuanto a los minerales, los plátanos tienen cantidades notables de calcio, cobre, hierro, magnesio, fósforo y azufre. Los plátanos también tienen el poder de ayudar a la regeneración de la hemoglobina en los glóbulos rojos.
Debido a su bajo contenido de proteínas, los plátanos se recomiendan para los que padecen de desorden de los riñones. Cuando los plátanos están completamente maduros su almidón se convierte en fructosa, y por eso se recomiendan para los diabéticos que no pueden tolerar azúcar de caña o de remolacha (sacarosa). Se ha descubierto que los plátanos son provechosos en muchos casos de úlceras pépticas. Extraño como parezca, los plátanos son alimento para los que tienen sobrepeso y para los que no han alcanzado el peso normal, pues ayudan a corregir ambas condiciones, así como ayudan a remediar tanto la diarrea como el estreñimiento. Indudablemente, cuando el Creador hizo el plátano otorgó sobre la humanidad un don excelente, nutritivo y apetitoso.
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